sábado, 27 de abril de 2013

Proceso de lectura.



Una nueva manera de iniciar el proceso de la lecto escritura es mediante el manejo de ordenadores, iniciando por el proceso de mover adecuadamente el ratón, para esto es de gran ayuda el dibujo en pain, mismo que podemos combinar con otras habilidades como el armado de rompecabezas, completar palabras nuevas.... esto y más lo encontrarás en: http://www.biodiversidad.gob.mx/ninos/ninos.html

Ejercicios de comprensión

Ejercicios de comprensión lectora

Actividades para imprimir y trabajar con los niños para ejercitar esa comprensión que anhelamos.

http://infantil20.com/comprension-lectora-ejercicios-para-imprimir-3




























viernes, 26 de abril de 2013

¿Qué es leer?



¿Qué es leer?


Leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto. La finalidad de la lectura es entre otras evadirse un momento de la realidad, buscar una información, ampliar un tema, simplemente disfrutar, viajar con la imaginación  a otros países, mundos, espacios….

Ahora bien leer y comprender son dos cosas distintas, leer es la interpretación del lenguaje escrito, en donde intervienen el texto y el lector. Comprender implica de parte del lector un esfuerzo cognitivo en el que aplica sus habilidades de decodificación a la vez que aporta al texto sus objetivos, ideas y experiencias previas llevando a cabo un proceso continuo de predicción e inferencia, de manera que pueda encontrar evidencias para aceptar o rechazar lo establecido en el escrito.

Leer es comprender y comprender es un proceso de construcción de significados acerca del texto que el lector pretende  entender, no solo memorización de contenido.

Conocer que va a leer y para qué va a hacerlo.

Poseer recursos como el conocimiento previo, confianza en sus habilidades  y la disponibilidad de ayudas necesarias para lograr el éxito.

Sentirse motivado y que se mantenga el interés a lo largo de la lectura.

En el campo de la lectura siempre se encuentra presente un proceso de aprendizaje no intencionado aun cuando los intereses del lector se encaminen a leer por placer.

Sugerencias para ayudar a la lectura de comprensión:

LA INFERENCIA.-  Consiste en la habilidad de comprender algo a partir del significado global del texto.

MODELAJE Y PARTICIPACIÓN DIRIGIDA.-  El docente servirá de guía y ejemplo, puede lograrlo deteniéndose después de la lectura de cada párrafo para hacer predicciones de lo que ocurrirá enseguida y luego se  confirmará si se acertó o no.

LAS PREGUNTAS.-  Es necesario formular preguntas que sobrepasen lo literal para motivar a los lectores a la reflexión y así analizar, sintetizar y evaluar la información.

EXPLORACIÓN.-  Utilizar la trilogía de cuestionamientos; ¿Qué conozco sobre el tema? ¿Qué deseo aprender?
Se recomienda manejar tres etapas en cada una de las lecturas:
Antes de la lectura.- Motivar a la lectura, activar sus conocimientos previos, establecer predicciones y suscitar preguntas acerca del texto, convertir al alumno en lector activo.
Durante la lectura.- A medida que se avanza en la lectura formular predicciones, plantear preguntas sobre lo que se ha leído, aclarar dudas, usar el diccionario, ir resumiendo las ideas principales, todo esto ayuda a a que el niño pueda construir un significado en relación al texto.
Después de la lectura:
 Localización de palabras que describen a los personajes.
Búsqueda de diferencias entre los personajes.
Resolución de cuestionarios con diversos tipos de preguntas.
Completar textos.
Aplicar cambios a partes del texto.
Dibujar como escena alguna parte del texto.
Cambiar título.
Resolución de crucigramas.
Construir oraciones.
Explicar diferencias de significado en párrafos a los que se cambió solo la puntuación.
Entrar a rincondelecturas.com,   miscosasdemaestrablogspot.com 

lunes, 22 de abril de 2013

Historia de la lectura en México


Lectura en México


Todas las comunidades humanas han realizado un esfuerzo continuado y sistemático para comunicar y codificar (hacer transmisibles) los asuntos y eventos que dan cuenta tanto de su vida cotidiana como de la necesidad vital de descubrir y comprender sus orígenes, y de conocer las historias, leyendas, sagas y luchas por su supervivencia. Así, expresan el espíritu de trascendencia y la tendencia hacia la emancipación que caracteriza a los miembros de la especie. Tal esfuerzo de comunicación y codificación es la base de la más grande producción cultural: la escritura y su ineludible acompañante: la lectura. La finalidad de este texto es aproximarse a la historia de la lectura en México y reconocer o interrogar su función cultural y emancipatoria.

Señales de humo, nudos, registros y dibujos primitivos; signos apenas dibujados, intrigantes jeroglíficos, complicados caracteres, caligrafías incluyentes o excluyentes (dependiendo a quiénes se dirijan) serían elementos culturales muertos si no contaran con ese alguien –el sujeto lector– capaz de reconocer no sólo el signo y su forma, sino, y fundamentalmente, su significado, su contenido cultural cifrado. Contenido susceptible de incorporar a la vida individual y colectiva como un saber patrimonial compartido, como un significado que es bien común o puede serlo.
De este lector –capaz de ir más allá del mero desciframiento de un signo y de realizar el acto cultural por excelencia: la comprensión, detección y/o construcción de los significados que enlazan entre sí a los miembros de una comunidad– ha dependido y depende la supervivencia de nuestra vida cultural y comunitaria, de ahí su importancia.
Formar lectores capaces de ser algo más que “leedores” (simples descifradores), capaces de ser lectores comprometidos con los significados de lo que leen, y gustosos de encontrar en dichos significados referencias, reflejos o explicaciones a su propia condición humana y la de quienes le rodean (atravesando el tiempo y el espacio) es la finalidad última del esfuerzo cultural mencionado.
Dichos lectores, para serlo, han de ser lectores “autónomos”, es decir, lectores que, ejerciendo su capacidad de desciframiento de lo escrito, sean capaces de acercarse a él y sus significados de manera crítica y soberana, laica.1 Entendida así, la lectura es un acto de libertad y apropiación de lo escrito. Es una actividad humana legítima, una elección voluntaria y libre ajena a toda imposición que la obstaculice, la imposibilite, la destruya o pretenda alejarla de sus fines últimos que son leer para tener noticias de los otros, leer por el gusto de entrar en el círculo de la comunicación humana, leer para humanizarse.
La lectura es, pues, en sentido estricto, una acción política democratizadora, puesto que constituye una vía privilegiada para la transformación de los sujetos lectores en actores participativos (capaces de apropiarse de las necesidades, sentimientos y búsquedas de sus congéneres) dispuestos a reconocerse en su cultura e incorporarse a su humanidad.
En México, como en otros países de Latinoamérica, se han realizado numerosos esfuerzos  por incrementar la práctica lectora en la vida cotidiana.
Al ser la lectura una competencia que se enseña y se aprende, y que constituye una de las capacidades mínimas indispensables para el aprendizaje de otros saberes, su inclusión en 
el campo de la educación es natural. Por ello, antes de internarnos en su historia y reconocer las circunstancias políticas, ideológicas, culturales y materiales que ha rodeado su desarrollo, requerimos, como educadores, explicitar nuestros supuestos:
1. La educación, como un proceso social, tiene como objetivos últimos la transmisión de saberes y conocimientos de una generación a otra. No se trata de una transmisión mecánica ni ciega, sino de una transmisión que contiene en sí misma tanto la conservación como la transformación de dichos saberes y conocimientos.
2. El proceso educativo alcanza sus objetivos cuando mediante muy diversas acciones educativas se generan sujetos capaces de apropiarse de la cultura (comunitaria, local y universal) para, interiorizándola y transformándola, incorporarse a la vida social con bienestar. Es decir, coincidimos con la clásica idea liberal de que la educación es un factor indispensable (necesario aunque no suficiente) para vivir mejor.
3. La educación es, en su sentido más amplio, formación de sujetos. Este proceso de formación (y los valores que lo orientan) tiene como objetivo incluir a los sujetos en el continuo ciclo del dar, recibir y devolver que da vitalidad y continuidad a la vida social. Ciclo que constituye, en sí mismo, el pacto social por excelencia.
4. Al ser la educación el vehículo para la incorporación de los sujetos al pacto social, constituye, también, el medio privilegiado para la ciudadanización.
5. Como el Estado es el responsable de garantizar los deberes y derechos ciudadanos de acuerdo con los valores, desempeña, también, un papel central en el proceso, siempre educativo, de la ciudadanización.
6. El Estado debe asumir esta actitud propositiva y responsable desde una posición de reconocimiento de los derechos ciudadanos, entre otros, el derecho a la educación, la información y la libertad de expresión.
7. El acceso a la cultura escrita –y las competencias a ella asociadas– es indispensable y desempeña un papel central para la realización de los derechos mencionados. De ahí que el Estado sea responsable de garantizar el acceso equitativo a dichas competencias.
8. Toda acción educativa ha de centrarse en las características específicas, necesidades, intereses, aptitudes y habilidades de quien aprende. Es tarea del Estado –de la sociedad y gobierno en su conjunto– garantizarlo.
9. Todo proceso educativo tiene como finalidad última proveer a los individuos de las herramientas indispensables para lograr su autonomía, es decir, el ejercicio libre, equitativo, tolerante, solidario y responsable de la capacidad de elección que –en condiciones reales– han de tener los sujetos en cualquier ámbito de su vida. Se trata pues de generar las condiciones objetivas mínimas para la emergencia de sujetos autónomos, soberanos, empoderados. Entre estas situaciones o condiciones mínimas está, en primerísimo lugar, el acceso a la lectura.
Historia de la lectura





En la tarea evangelizadora enseñan los frailes (cuya tarea es la salvación eterna de los indios); enseñan también indígenas catequistas 
adiestrados y capaces de traducir a las lenguas indígenas.

Aprenden los indios, sujetos de la transformación cultura.
. Métodos de enseñanza 
de la lectura.

Se trata, fundamentalmente de la intermediación cultural: traducción de contenidos a lenguas indígenas, el uso didáctico de imágenes, carteles,
danzas, escenificaciones y canciones, así como la elaboración de textos (cartillas y catecismos) ad hoc en los que se recuperaban formas y tradiciones indígenas.

 Vínculo entre la lectura y la escritura.

No existe un vínculo directo y de simultaneidad entre leer y escribir, primero se aprende a leer y después a escribir, pudiendo existir quienes sólo leen.
 ¿Qué leer?: títulos, materiales y editores.
El lector novohispano laico, que era variado pero generalmente peninsular y criollo –a pesar de las restricciones religiosas y del gobierno–, podía leer 
lo mismo letras que teología, jurisprudencia, poesía, novelas de caballería o picaresca.

Para los indios se hacen materiales cuya finalidad es la enseñanza de la doctrina cristiana, tanto de principios (la naturaleza de Dios, del alma, etc.), 
como de rituales religiosos (la oración, la misa, los sacramentos) y formas de comportamiento piadosas (como la humildad, la paciencia, la obediencia, el amor a Dios y al prójimo). Por ejemplo, catecismos, confesionarios, libros de devoción y manuales de penitencia. Muchos de ellos se elaboran en lenguas indígenas (como náhuatl y tarasco) e incluso se recurre a la escritura pictográfica similar a la utilizada en los códices (como el catecismo pictográfico de Fray Pedro de Gante).

 ¿Qué no leer?
Muchos clérigos, así como estudiosos y  autoridades eclesiásticas, proscribieron, precisamente, esos textos por el peligro que entrañaban en su interpretación, impidiéndose su uso. Se prohíbe también la impresión de los Coloquios de los doce primeros misioneros de México, de Fray Bernardino de Sahagún, que narra en forma de diálogo el encuentro de las razones de los sacerdotes indígenas y las de los sacerdotes católicos.

En estos casos se observan claramente las diferencias entre las órdenes de misioneros: franciscanos, dominicos, agustinos y, por último, los jesuitas, como unificadores autorizados a partir del Tercer Concilio Provincial (1585). Ejemplos de esto son el catecismo de los jesuitas Juan de la Plaza y Jerónimo de Ripalda.

 Políticas de fomento y promoción de la lectura.

Además de los textos religiosos, se producen cartillas y silabarios, entre ellos la Cartilla para enseñar a leer (1569), atribuida a Fray Pedro de Gante.

 Políticas de fomento de la producción editorial.

Se propicia la impresión en las prensas novohispanas cuya producción resulta insuficiente. También llegan cartillas e  impresiones hechas en España por encargo, con tirajes que alcanzan los 12 mil ejemplares.
El Hospital Real de Indios tiene el privilegio de la impresión y venta de cartillas en todo el territorio del virreinato; la Catedral de Valladolid, para toda América.

 Conclusiones.


Fray Pedro de Gante se estableció en la ciudad de México, en donde enseñó a leer, escribir y cantar a los indígenas.
la tarea evangelizadora es prioritaria en la promoción de la lectura, la cual, disociada de la escritura, tiene como finalidad la enseñanza a los indígenas de la doctrina cristiana, tanto de principios como rituales religiosos y formas de comportamiento piadosas. Los responsables de la enseñanza son fundamentalmente los misioneros y los indígenas adiestrados en la fe y su enseñanza, que apoyaban la tarea de traducción.
Los materiales utilizados son, en gran parte, hechos ad hoc para la población utilizando en muchos de los casos recursos didácticos que retoman la escritura y las formas narrativas de las lenguas indígenas. También se hacen traducciones a estas lenguas.

México y su historia, vol. 2, UTEHA, Mexico, 1984.
Las tensiones entre las distintas órdenes religiosas y de misioneros, así como las pugnas de poder y el poder supremo de la Inquisición, establecen, a veces de manera transitoria, qué es lo correcto para leer y qué no lo es, y después del Tercer Concilio Provincial Mexicano se instala un afán unificador que otorga un papel importante a los jesuitas. Las imprentas novohispanas son autorizadas a través de Cédulas reales, y como su producción de alto tiraje a menudo es insuficiente, también se traen materiales impresos de España. Por último, al término del siglo
xvi
, la política hacia los indígenas se caracteriza por:
• disminución de los internados conventuales
• clausura de escuelas
• medidas administrativas que reducen las atribuciones de la nobleza
• prohibición de la consagración de sacerdotes
• sustitución de la voluntad de acercamiento al mundo indígena de los primeros misioneros por un afán de ortodoxia que proscribe la producción de textos en lenguas originales.

El indígena deja de ser el sujeto de la salvación para constituirse en el ejemplo de los vicios del pagano irredento que se caracteriza por su idolatría, carnalidad, inclinación a la mentira y la embriaguez. 
La enseñanza religiosa cambia su orientación de la salvación a la dominación. Es imposible concluir que se haya buscado la formación de lectores autónomos.

1. La función de la lectura: 
¿por qué es necesario leer?
Imperativo de la época.

La visión de que leer es útil para aprender el catecismo y para continuar la formación moral de los cristianos es ampliada para enseñar también a los niños novohispanos la doctrina y las obligaciones religiosas, así como los deberes hacia el Rey.
Se inicia la preocupación por la alfabetización en sí misma, además de reconocer la finalidad de la formación religiosa.

2. ¿Quién decide lo que debe 
leerse? (¿Quién es el responsable de la elección?)

Continúa la autoridad eclesiástica respecto a la pertinencia de las lecturas. Se introduce, también, la opinión de los pedagogos y las reformas a la enseñanza; éstos opinan sobre los textos (cartillas y silabarios).

3. Actores: ¿quién enseña y 
quién aprende?

Enseñan los clérigos y los maestros de leer. Existen ya maestros de leer, escribir y de aritmética, poseedores de saberes pedagógicos. Aprenden principalmente los niños. Las clases altas (en especial los hombres) reciben más educación, haciéndose evidentes la diferencia entre los sexos y el contraste social.

Se fortalecen los métodos de enseñanza de la lectura, y existe la recomendación pedagógica de enseñar a leer antes que la escritura y la aritmética. Se utilizan la cartilla y el método de deletreo que combina la lectura de la letra individual con la formación de sílabas. 
Se inicia la crítica pedagógica respecto a las formas de enseñanza y se introducen los juegos (como dados) y el uso de materiales didácticos. Se promueve la enseñanza en grupo. 
Se inicia el uso de pizarrones de tela pintada en negro y la repetición en coro de los alumnos.
5. Vínculo entre la lectura y la escritura.
No existe un vínculo directo y de simultaneidad entre leer y escribir, primero se aprende a leer y después a escribir, pudiendo existir quienes sólo leen.
6. ¿Qué leer?: títulos, materiales y editores.
Además de los textos dirigidos al lector laico novohispano peninsular y criollo, se promueve la lectura de textos religiosos. En el siglo xviii se inicia la lectura de los periódicos y folletines; es decir, aparte de los libros y oraciones, se leen noticias. Para la alfabetización se cuenta con  cartillas, silabarios y distintos catones. La cartilla contenía tanto letras y sílabas como oraciones para memorizar.
Se introduce la secuencia cartilla (letras, sílabas y frases)-catón (informaciones sencillas)-libro (libro traído de casa)-carta (manuscrito). En 1780 se publica un Silabario, de Antonio Cortés, que sólo tiene letras y sílabas, pero sin oraciones o informaciones religiosas.
 ¿Qué no leer?: títulos, materiales y editores.
Desde la autoridad eclesiástica son proscritos los textos de los materiales y editores revolucionarios y promotores de la Ilustración y la Reforma. No obstante, aumenta la circulación de libros literarios, científicos y filosóficos provenientes de imprentas de España.
8. Políticas de fomento y promoción de la lectura

Se promueve la enseñanza de la lectura en la escuela, y se establece como indispensable para el aprendizaje 
de la escritura, la gramática, la aritmética y la moral (además de la doctrina religiosa). Se promueve la formación de maestros de leer y escribir, y se reconoce
como un gremio.
existen ya las ordenanzas del Gremio de Maestros del Nobílisimo Arte de Leer y Escribir que establecen algunas prescripciones pedagógicas a los mentores.)
Se inician los métodos caligráficos.

9. Políticas de fomento de la producción editorial.

Se mantienen privilegios de impresión en el Hospital Real de Indios, y se publican libros de religión, gramática, ortografía, moral y urbanidad (nociones cívicas).

Los libros provienen generalmente de España, por lo que a menudo los precios son altos para los pobres. Sin embargo, la publicación de los primeros periódicos y folletines con contenidos políticos y literarios facilita el acceso a la lectura.

10. Conclusiones. 
Durante este último periodo colonial pierde su papel prioritario el proceso de evangelización, para dar paso al desarrollo de lectores fundamentalmente criollos y peninsulares. Toma un lugar importante la preocupación por la enseñanza a los niños, y la profesión de maestro queda establecida. Si bien el cuerpo general de lecturas sigue siendo el religioso, la presencia de textos importados, de alto precio para las clases desfavorecidas, genera un público lector más informado, incluso de aquellos textos proscritos por la Iglesia.
Los aires de renovación que vendrán en el siglo xix acotarán, no sólo la obligada lealtad a Dios y a la Iglesia, sino también la enseñanza de virtudes “cívicas” como por ejemplo, la inamovible lealtad al Rey.
Al iniciarse la formación de maestros de leer y escribir, se reúnen ambas capacidades. Reunión que dará pie en el siguiente siglo a que muchos lectores asuman un papel más activo en la formación de opinión: el de autor.

Notas


1 Entendemos aquí laicismo según Nicola Abbagnano como el principio de la autonomía de las actividades humanas, o sea la exigencia de que tales actividades se desarrollen según reglas propias, que no le sean impuestas desde fuera, con finalidades o intereses diferentes de los que ellas mismas se dan. Este principio es universal y puede ser legítimamente invocado a nombre de cualquier actividad humana legítima, entendiéndose por “legítima” todas aquellas actividades que no obstaculicen, destruyan o imposibiliten a las demás. El laicismo, pues, no ha de interesar a un partido político, religioso, ideológico, sino a todos. (Ver entrada: laicismo, en N. Abbagnano, Diccionario de filosofía.
2 Para un tratamiento amplio y enriquecedor de este periodo, ver: Pilar Gonzalbo A., “La lectura de evangelización en la Nueva España”; y Dorothy Tanck Estrada, “La enseñanza de la lectura y de la escritura en la Nueva España, 1700-1812”; ambos en Seminario de Historia de la Educación en México, Historia de la lectura en México, Colmex, México, 1998. Se sugiere también Pilar Gonzalbo A., Historia de la educación en la época colonial. La educación de los criollos y la vida urbana, Colmex, México, 1995, y Dorothy Tanck Estrada, La educación ilustrada 1786-1836, Colmex, México, 2000.

domingo, 21 de abril de 2013

Paradigma de la educación.

La comprensión lectora uno de los mayores paradigmas de la educación, base de todo trabajo, pues a través de ella se logra el aprendizaje significativo de los discentes. Por medio de esta página se pretende brindar una ayuda a los alumnos por medio de lecturas interactivas, enlaces a otras actividades relacionadas, así como apoyar a los padres de familia que buscan  optimizar los aprendizajes de sus hijos.